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jueves, 15 de noviembre de 2012

LOS RIVERO


  Hacia 1905, la cancel de hierro forjado había cedido su lugar a una puerta de madera y cristales y bajo el llamador de bronce había un timbre eléctrico, ahora, pero en general la casa de los Rivero -con el zaguán oscuro, con los patios de baldosa colorada, con el aljibe inútil y con una higuera en el fondo- correspondía con suficiente rigor al arquetipo de casa vieja del barrio Sur, y el espectro del coronel Clemente Rivero (que murió, desterrado, en Montevideo, dos meses antes del pronunciamiento de Urquiza) lo habría identificado sin mayor dificultad. Es sabido que la historia argentina abunda en glorias familiares y casi secretas, en próceres que llegan a ser el nombre de una calle; tal vez no huelgue recordar al lector que el coronel Rivero fue el héroe de la primera carga de Aturia, título que en vano le niegan todos los historiadores venezolanos, víctimas de la envidia y del localismo, y que defienden con razones irrefutables los argentinos amantes de la verdad. En el desorden de las guerras de la independencia de América, el coronel Rivero tuvo un claro momento de gloria, cuando «lanceó a los godos» y decidió la suerte de una provincia; sus bisnietos guardaban con piedad y con justificadísimo orgullo el hierro de la lanza que blandió entonces.
    Para ayudar la imaginación del lector de esta crónica hemos invocado el barrio Sur; la verdad es que la casa de los Rivero estaba en la calle Sarmiento, a una distancia no infinita de la plaza del Once. Los muebles de la sala eran los mejores; sobre la chimenea nunca encendida, un turbio espejo con molduras duplicaba las piezas de caoba, también bruñidas; el hermoso juego hamburgués era de los que ahora sirven para definición de lo criollo. En la sala estaba asimismo el retrato ovalado del coronel, obra de un pincel catalán; el mayor de los bisnietos, Fermín, que había heredado el terco mentón y la nariz chata del prócer, solía demorarse bajo la imagen para que las visitas, nada frecuentes, advirtieran el parecido.

Jorge Luis Borges 
(Los Rivero - Del Centro Editores - Madrid - 2010)

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Aclaraciones
Fragmento de las cuatro páginas manuscritas halladas en el Harry Ramson Center for the Humanities de la Universidad de Austin (Texas, EE.UU.) por el escritor peruano Julio Ortega, sin título original ni fecha.
De puño y letra de Borges, el manuscrito fue catalogado por la Universidad como escrito “circa 1950” (circa, preposición latina que significa “alrededor de”).

Libro
Jorge Luis Borges, Los Rivero, Del Centro Editores, Madrid, 2010. Primera y única edición, en colaboración con la Fundación Internacional Jorge Luis Borges. Incluye reproducción facsimilar del manuscrito. 32 páginas. Dimensiones 33,5 x 26 cm.

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